Efemérides | Semana 26: Borges, Sábato y la Marcha del Orgullo Gay

Voloh II: El Señor Hill

El Señor Hill trabajaba desde su adolescencia en la Fundación Voloh. Dicen que había iniciado su carrera como cafetero en una de las empresas del Holding, pero con su particular permeabilidad a las directivas, su espíritu de cuerpo y su sonrisa, se había convertido en la mayor promesa. El Pueblo en pie era la muestra del acierto de ponerlo al frente de un proyecto de 40.000.000 de yuanes.

Aquel Pueblo, donde sus habitantes empezaban sus labores al atardecer y se dormían con la aurora de coro, funcionaba. Y fue en el Planetario, el día de la selección de habitantes, donde se definió en un 70% el futuro del proyecto, y por supuesto que esté más cerca de un nuevo ascenso.

A la selección llegó a las 18 horas, en su Dacia blanco. Abrió los caballetes, colocó la madera que hacía de mesa y pegó con cinta de embalar el cartel de papel: "Voloh, pueblo experimental. Se seleccionan habitantes". Luego se sentó en una reposera, birome en mano.

La dama, de jeans ajustados, botas negras a lunares blancos y una remera rosa, fue la primera en llegar. Con poco perfume, por recomendación de su profesor de tenis, se presentó impaciente:- Buenas tardes. Vengo por el aviso. El Señor Hill no pudo evitar mirarla de arriba a abajo, lo que a ella le pareció una eternidad. Después le preguntó su nombre. Ella pidió que le repiteran la pregunta, una fragancia conocida la había distraído: a los lejos se acercaban charlando afectuosamente el ciego y la flor, que exageraba el movimiento de sus pétalos lechosos para agradecerle al hombre de lentes oscuros.

Presentación de la revista Cábula (historietas)


El viernes 22 de junio, a las 20 hs, se presentará el tercer número de la revista de historietas Cábula, en LDF-Galería, Perú 711, 1° piso, depto. 2, San Telmo.

Este número de Cábula cuenta con historietas de Miguel Brieva (España), Christiano (Chile), Angel Mosquito, Federico Reggiani, Pablo Sapia, Frank Arbelo (Cuba-Bolivia), Jesus Cossio (Perú), Marco Tóxico (Bolivia), Fabio Zimbres (Brasil), Max Mosku (Colombia), Lucas Nine, Frank Vega, Fran López, Clara Lagos, Diego Abu Arab, Juan Sáenz Valiente, Ernán, Federico Geller, Pablo Besse, César Carrizo, Hernán Cañellas, Andrés Biscaisaque, Kráneo, Ezequiel García, Max Aguirre y Maria Delia Lozupone. El prólogo estuvo a cargo de Diego Rojas.

La revista Cábula es editada por Ernán Cirianni y fue presentada en el reciente mes de mayo en el Festival de historietas "Viñetas con Altura" en La Paz, Bolivia.

En la presentación habrá una muestra de trabajos originales de los historietistas que forman parte de este número de la revista y proyecciones de animaciones de Max Mosku, Lucas Nine, Juan Sáenz Valiente y Diego Abu Arab.

Retratos Urbanos VI



Voloh: La dama, la flor y el ciego

Érase una vez un pueblo, donde las luces eran bajas, las paredes elásticas y en las esquinas se decidía si sus habitantes ganaban o perdían. Allí vivían de noche quienes, ya hacía mucho tiempo, se alejaron de las urbes del sol. Un puñado de seres intentando convivir ajenos al trajín cotidiano.
Entre sus pioneros se encontraban una dama entrada en años, una flor que perfumaba sus pétalos y un ciego que jugaba al alcalde. Dicen que la dama estuvo casada pero, un día al llegar del club, descubrió que su marido se había fugado con todas sus fotografías. Dicen que la flor había crecido en la galería Vermeer pero, cuando descubrieron que su perfume era artificial, la expulsaron. Dicen que el ciego en su adolescencia, por un golpe de suerte, empezó a ver sombras y desde entonces decía que nunca lo había sido.

Cada uno, en su afán por mofidicar el rumbo de sus vidas, respondió a un extraño aviso que apareció en La Nación: "Fundación Voloh seleccionará personal de las más diversas características para novedoso proyecto sociológico. Presentarse hoy y mañana sin CV a la izquierda del Planetario"

La dama terminó su té de la mañana, acomodó sus nuevas ropas y tomó el 111. La flor roció sus hojas con su Be Delicius y se coló en una camioneta de la Hicken. El ciego pidió un remis.


Festival Latinoamericano de la Clase Obrera 07

Del 7 al 13 de junio en el Complejo Tita Merello, y del 14 al 16 del mismo mes en el Centro Cultural "20 de Diciembre" (Ituzaingó 747, Barracas), se realiza la IV edición del Festival Latinoamericano de la Clase Obrera (Felco), orientado a difundir, por sobre todo, las expresiones audiovisuales que tienen como eje los conflictos, las luchas y los problemas de la clase trabajadora.
En sus tres ediciones anteriores (realizadas en Buenos Aires, El Alto -Bolivia- y San Pablo -Brasil-) el festival estuvo limitado al cine y al video. En esta oportunidad sus organizadores (entre quienes destaca el Ojo Obrero, colectivo de cine y video político) han ampliado la convocatoria a otras artes, como ser teatro, plástica, intervenciones callejeras, lo que se ve reflejado también en la programación (ver http://www.felcoargentina.com.ar/), que incluye muestras de pinturas y esculturas, obras de teatro, y mesas debate sobre diversos temas relacionados con la unidad entre las expresiones del arte y la cultura en general, y los problemas que enfrentan los trabajadores, particularmente de este lugar en el mundo que es América Latina.
En este mismo blog los visitantes podrán acceder a un breve video de presentación del festival, desarrollado excusivamente por y para Culturamma.com.ar.

Diagonal Roca

Anoche tuve pesadillas. Bien no las recuerdo pero eran de esas que no te sirven para nada. Sin embargo se me ocurrió escribir:
- Si le quitas sus finos vestidos rojos, quedará solo un enclenque pequeñoburgués desahuciado
¿Acaso tú podrás juzgarme
por tan compacta frase?
Si a él, glorioso gladiador, lo metes en tu nariz no será más que el recuerdo de un niño rico fascinado por un diario, un cassette y una campera; como lo es para mí. Pero tú, niño inocente, no ves más que la pila de períodicos amarillentos que robo su sonrisa. Largas arengas de mp3 sin barba, ni morral, ni morro atravesado en su piel. Ya no importa, ni para mi ni para ti. Solo es una excusa para no regresar.
¿Acaso tú podrás condenar mi visión?
Sombras de tics nerviosos. Un traidor adorado en bronce líquido. Pasillos murmurando por temor. Y ya no importa. Un grano más, un engranaje más...camina y te atrapa para liberarte y poder volar.

Deida greca

Despertar con un gato caminando en mi cabeza no despeja el sopor dominguero. Más si descubro que la poca coca quedó afuera
y está caliente.
Echar al gato para volver a dormir tampoco resulta.


Despertar una y otra vez durante el día no me sirvió. Fue entonces que salí de mi casa en pijama para combatir el dolor de mi cuello, aquel que ya me había abandonado. Miré el horizonte, botella en mano, y entré a escribirles, pacientes lectores.

Mujeres viejas, deseos acongojados, un gran amor, saturaron mi pantalla. Nada importó más que aquellas que me encadenaron a mi condena. Que con defensas bajas y juegos adolescentes me robaron una sonrisa y me regalaron un poco de ego.

El dolor de cuello no cesó. Mi cabeza disfruta. No quiere que termine el horizonte, presente, deseado, entre banderas rojas y sonidos páez. Porque cuando termine tendré que regresar a casa, con el gato y la cucharacha que desde hace días espera en la cocina un funeral.

El cuerpo enajenado (4ª y última entrega)


El trabajo alienado como negación de la naturaleza humana

Ahora bien, de esta definición general de trabajo que vimos anteriormente, se va a desprender una primera gran contradicción. Si el trabajo es esta potencia, ¿por qué trabajar es tan penoso y miserable en la sociedad moderna? De este punto es de donde parte Marx en los Manuscritos para desentrañar el problema de la alineación humana. En decir, no parte de la filosofía, en un sentido especulativo, sino de un hecho económico contemporáneo. Dice:


“Nosotros partimos del hecho económico actual. El obrero es más pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más crece su producción en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuanta más mercancía produce. La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. El trabajador pone su vida en el objeto y su vida no le pertenece ya a él mismo sino al objeto. Pero la vida que le ha dado al objeto se le opone como un fuerza ajena y hostil (...) La enajenación del trabajo consiste en que el trabajador no se realiza en su trabajo sino que se niega, experimenta una sensación de malestar más que de bienestar, no desarrolla libremente sus energías mentales y físicas sino que se encuentra físicamente exhausto y mentalmente abatido. Su trabajo no es voluntario sino impuesto. Es un trabajo forzado. Su carácter enajenado se muestra en el hecho de que tan pronto como no hay una obligación física o de otra especie, es evitado como la plaga. El trabajo en que el hombre se enajena es un trabajo que implica sacrificio y mortificación”16


Podemos ver que la alineación del trabajador consiste en que aquello que produce con su trabajo, con su actividad vital, no le pertenece, se produce algo que no es propio, que es de otro. Es decir, cuando el trabajo debiera ser una actividad vital, conciente, que nos realiza con los otros, en la economía moderna (capitalista) termina siendo lo opuesto. De esta manera, si el producto del trabajo le es ajeno al productor mismo, la pregunta que enseguida surge es ¿a quien pertenece entonces?:


“Si el producto del trabajo no pertenece, al trabajador, si es frente a él un poder extraño, esto solo es posible porque pertenece a otro hombre que no es el trabajador. Si su actividad es para él dolor, ha de ser goce y alegría vital de otro. Ni los dioses, ni la naturaleza, sino sólo el hombre mismo, puede ser este poder extraño sobre los hombres. Si el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo, como un objeto poderoso, hostil, extraño, se está relacionando con él de forma que otro hombre independientemente de él, poderoso, hostil, extraño a él, es el dueño de este objeto (...) Así, pues, la relación del trabajador con el trabajo engendra la relación de éste con el capitalista o como quiera llamarse al patrono del trabajo. La propiedad privada es, pues, el producto, el resultado, la consecuencia necesaria del trabajo enajenado, de la relación externa del trabajador con la naturaleza y consigo mismo”17


Es decir, el trabajo no es la vida, no es la integración con otros y con la naturaleza para hacer la propia vida, es un medio, es lo que corresponde a la sociedad mercantil, donde uno vende su capacidad de trabajo a otro, enajena su cuerpo durante cierto tiempo, para que otro lo use, en la misma medida en que el hombre pierde el control de su propio trabajo. Hay alineación del trabajo, y por ende del propio cuerpo porque con el trabajo pasa lo mismo que con cualquier otra mercancía. El que compra la mercancía realiza su valor de cambio y es el déspota de su valor de uso. Uno vende su trabajo por ocho horas y el déspota del valor de uso de ese trabajo es otro, es el patrón. Esto no es más que la clave del funcionamiento de la sociedad capitalista contemporánea, donde las relaciones de producción van a estar compuestas, por un lado, por un sector mayoritario de la sociedad que no posee ningún otro elemento para producir que su propia capacidad de trabajar, y por el otro, por un sector minoritario que monopoliza, en consecuencia, la propiedad de los medios de producción. Es en esta relación social donde surge el capital va a decir Marx en Trabajo asalariado y capital.18 El individuo que pertenece a la clase de los que no tienen otra cosa que su capacidad para trabajar es el obrero moderno. Quién vende en el mercado su fuerza de trabajo al propietario de los medios de producción o capitalista. Es decir que al obrero no se le paga por lo que produce con su trabajo sino por lo que cuesta la reproducción de su fuerza de trabajo. Esta diferencia, entre el valor final del producto de su trabajo y el costo de reproducción de la fuerza de trabajo, es lo que Marx va a llamar plusvalía, y no es otra cosa que la ganancia del capitalista. Es entonces el trabajo alienado, la explotación del obrero, la confiscación de su trabajo, la causa de la riqueza del capitalista.

Y por supuesto, aunque la enajenación arranque del comportamiento económico del hombre, no es tampoco un fenómeno exclusivamente económico en el sentido estrecho de la palabra que atañe solo a la producción. Todas las relaciones que mantiene el hombre enajenado de sí mismo son forzosamente relaciones enajenadas. Pero la consecuencia fundamental es que el hecho económico contemporáneo implica que, trabajando de una manera alienada, el hombre termina negando el carácter específico del trabajo humano como especie. El hombre se aliena de los otros hombres y termina siendo un animal y no un sujeto colectivo que crea el mundo material de su propia vida. Cuando Marx afirma esto, su afirmación filosófica, no es la mera especulación del pensamiento, es la realidad concreta y material del mundo contemporáneo. Hoy conviven el hambre y la abundancia de alimentos que lo satisfacen, pero los productos que satisfacen el hambre aparecen como extraños, y por lo tanto hostiles a la masa de hambrientos.

La emancipación de los trabajadores como negación de la negación

como negación de la negación Luego del análisis que venimos desarrollando queda claro que toda superación de esta alineación, toda reconciliación del hombre con su actividad vital, no puede sino implicar otra forma de organización social del trabajo. La posibilidad del hombre de poder desplegar todas sus potencialidades y realizarse como ser genérico está vinculada a las posibilidades de emanciparse del trabajo alienado. Tiene que negar el trabajo alienado para recomponerse como ser humano. Y cuando hablamos de trabajo alienado, como vimos anteriormente, también hablamos de la propiedad privada de los medios de producción. Ya que es el propietario de los medios de producción el que se apropia del trabajo ajeno y esta es la quinta esencia del funcionamiento de la sociedad capitalista. De esta manera lo que se le plantea al trabajador como solución a su extrañamiento, es apropiarse de las condiciones que hacen a su propio trabajo, es decir: expropiar a los expropiadores. En términos hegelianos esto sería la negación de la negación, donde el trabajador se recompone en su actividad vital, porque el producto de su trabajo, su subjetividad objetivada, ahora le pertenece. Pero en esta acción revolucionaria, y aquí está la clave de toda la cuestión, no sólo se plantea la emancipación de los trabajadores como clase, dice Marx:

“De la relación del trabajo enajenado con la propiedad privada se sigue, además, que la emancipación de la sociedad de la propiedad privada, etc., de la servidumbre, se expresa en la forma política de la emancipación de los trabajadores, no como si se tratase sólo de la emancipación de éstos, sino porque su emancipación entraña la emancipación humana en general; y esto es así porque toda la servidumbre humana está encerrada en la relación del trabajador con la producción”19


Es así, que la revolución proletaria, la toma del poder político por la clase obrera y la consecuente socialización de los medios de producción modernos, se manifiesta como un acto de humanidad. No se trata de una revolución más, porque lo que está en juego no es la obtención de un beneficio particular sobre la base de la explotación del otro, sino, la emancipación del hombre en general.


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16. K. Marx, Manuscritos: economía y filosofía, pp 109-113.
17. Ibidem, pp. 119-120.
18. Pablo Rieznik, Las formas del trabajo y la historia. Una introducción al estudio de la economía política, cap. 4, pp. 72
19. Idem 16, pp. 121.
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Romana

"El silencio de cementerio no es más que el eco de lágrimas en una habitación descascarada, que maquillada con libros húmedos y maullidos solitarios, pretendió ser nido, bunker, telo..."


Un compinche de algunos años de la adolescencia decía que las pastillas no hacían mal porque eran "remedios". Cuando lo hacía solo atinaba a sonreír, tomándolo como de quién venía. Con el tiempo aprendí que las cosas no hacían "mal o bien" por definición, sino que el vértigo con que nuestro espíritu deambula es lo que marca que hace "mal o bien". Sin embargo, en tiempos donde las masas aún amorfas pretenden que cajas de cartón y papeles manchados cambien sus destinos, las cajas y papeles que otro compinche de los mismos años encendía -obsesivamente- durante nuestras noches de vagancia, se tornan como una dulce melodía de rebelión.

Estos días invernales pienso en él y en ellos, esa turba melancólica e inconciente con la que matabamos horas de dolor; pienso en ellos porque, al pasar los años, comprobé que sus toscas maneras de reír, llorar, gritar, silenciar, eran semillas del fuego que prepararon a una parte de mi generación para el porvenir. Otra, que bajó su cabeza y se perdió entre la música de la radio, se ha criado incapaz...con ella solo caminé unos kilómetros del sendero, más por contradicción que por sumisión; la otra parte, aquella de los`90, se fueron también.

Las pastillas, del abuelo, del hijo del farmaceútico, del sidoso cagón, hacen mal o bien. Y a nadie le importaba ni le importa. Solo yo uso recuerdos lejanos para ahogar recuerdos más recientes, esos donde fantaseaba terminar mis días en una quinta de General Rodríguez, bajo un paraíso, tomando y fumando, sereno y satisfecho...