El beso


"Déjenme decirles, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor"

Ernesto Che Guevara

El beso es la manifestación física de la simbiosis sustancial del ser humano con la existencia. El beso es, no obstante, la más hermosa e irresponsablemente tentadora de las formas de fundirse con la realidad. El concepto de beso que resulta necesario deconstruir, urge ser desmantelado precisamente por su carácter burgués: es una forma privada (un privatismo de a dos), una sociedad con determinados fines inmediatos si se quiere, que resalta la bella felicidad de acceder a una demarcación yoística en una síntesis con un otro. ¿Por qué, de donde proviene, cómo se justifica esto de lo individual, de lo “burgués”? Es el resultado de un proceso que sólo transitoriamente excede al egotismo. Dos seres que se besan, es verdad, superan, trascienden el individualismo, pero ¿Por cuánto tiempo? La burguesía supo en 1789 terminar con los privilegios monárquicos en nombre de la libertad y la igualdad. Hoy es la clase hegemónica, es la que somete. Esta idea de lo individual, es histórica sin dudas, pero con nefastas particularidades que la configuran de un modo extremo en el capitalismo dominante del siglo XXI. El capitalismo en su fase superior imperialista, desde el momento en que acumula el poder bélico-económico que le permite avanzar sobre los pueblos del mundo, no constituye una subjetividad: la realidad de Irak o Cuba no es en este sentido materia opinable. La gravitación del beso, momento germinal de “lo colectivo”, el par como instancia fundante de lo social, consiste en la posibilidad sensible-material de experimentar el amor (una certeza del orden psíquico-emocional) y es justamente, aunque suene contradictorio, el tiempo en que esos dos sujetos se niegan como dupla para volver a fundirse en uno solo. Esta concepción clausura toda posibilidad de una revolución socialista. El beso burgués hace de la felicidad un fin en sí mismo, le deniega metodicidad, y obtura el amor por la transformación social. La circulación histórica de la idea del amor por una mujer o por un hombre como el objetivo de la vida, genera, intencionalmente o no, la imposibilidad de entender cabalmente el carácter disruptivo del sentimiento del amor. El amor debe ser vivenciado y pensado como la herramienta superadora para conseguir consustanciarnos con la existencia; esa simbiosis de la que hablaba en la primera oración. Esto no significa limitar a un campo unilateral, únicamente político, al concepto de existencia, se trata de entender por existencia, sí, el sexo, sí, el abrazo, sí, el poema, sí, la lagrima, sí, el beso, pero como prácticas profundas inescindibles de la apuesta por el cambio social, es decir, la revolución socialista y la destrucción definitiva del imperialismo. El beso pequebú es una falsa revolución, o mejor dicho, una auténtica revolución burguesa al infinito, estática en su especificidad clasista. Así entendido, en su concepción burgo-romántica, el beso se consolida como un serio peligro, como un rentado propagandista de la reclusión claustrofóbica. El beso emancipador, práctica magnífica, poner en flujo y movimiento al amor, aparece en las claves del egoísmo como el dibujo de un corazón reaccionario. El amor por el otro debe ser la confirmación, casi ejemplar, de que podemos escapar al pesimismo y encontrar el sentido de nuestro tránsito por la vida en el compromiso. El ser humano se compromete por aquello que ama cuando ama verdaderamente. Constantemente, incluso ahora, corremos el riesgo de embarcarnos en un soliloquio mezquino, venimos arrojados a un mundo que nos reclama como sujetos únicos, reducidos a la supuesta importancia de nuestras biografías: no permitamos la privatización del beso.
En El beso de Munch se hace visible este proceso. Un hombre y una mujer esquivan el yo y se juntan en la temperatura del beso y el abrazo. Probablemente, en la cristalización de ese acto, sean muy felices, yo creo que sí. En determinado momento, dejan de ser dos para transformarse en uno. Las líneas delimitadoras del dibujo se borran, se confunden. En ese instante fabuloso se juega el resultado del partido: o se ligan entre ellos, reafirmando la noción individualista del neo-liberalismo o se ligan entre ellos en un beso que haga las veces de sinécdoque del amor por el otro, por la revolución social.
Imagino una versión de El beso en la que los amantes se vean inmersos en una masiva y revoltosa huelga general que los envuelva como un torbellino rabioso, pasional. En el lugar de esos rostros pálidos e invisibles dibujaría un beso entre El Che y la Evita Montonera.
Pero no, mejor no, esa sería una versión apenas un poco más a la izquierda respecto de la oficial historiografía protagonizada por los héroes intocables ¿Y si fuera nuestra la huelga? ¿Y si fueran los nuestros los labios?

Historietas en San Telmo


Nuestro amigo, el historietista Ernán, está invitando para este viernes (9 de noviembre) a la inauguración de una muestra de dos colegas suyos colombianos, Max Moskú y Joni B., y una chica ecuatoriana (también historietista), Pawer Paola. Será en LDF, la galería que con unos amigos están armando en el barrio de San Telmo.
Me escribió Ernán: “Estaría buenísmo que vinieras, empieza a las 19:30 pero suponemos que terminara tarde tarde, porque Max Moskú preparó un CD con miles de mp3 de música colombiana para pasarla bomba”.
Parece interesante...

La dirección de LDF es Perú 711, 1º piso, departamento 2.

A continuación, la gacetilla de presentación de esta expo.


"¡Oh, Libertad!" y "Las Montañas de mi Tierra"

De la República de Colombia, extraño país del norte ampliamente conocido por sus productos de exportación tanto legales como ilegales, llegan los dibujantes de historietas Max Moskú y Joni B. Durante un mes este par de sujetos de dudosa reputación provenientes de la ciudad de Medellín habitarán las calles bonaerenses, comerán nuestra comida, beberán nuestra bebida y meterán mano a las chicas (según dicen ellos) mientras exhiben su obra gráfica en la Galería LDF. La muestra, que lleva los nombres "¡Oh, Libertad!" y "Las Montañas de mi Tierra" (Joni y Max nunca se pusieron de acuerdo), recopila su trabajo de los últimos meses y se irá renovando durante su estadía, a medida que los autores produzcan nuevas historietas narrando sus impresiones y vivencias lejos de casa. Ambos autores han hecho parte de diferentes proyectos de historieta en su país; en la actualidad forman parte del webzine vinagreta.net y de la gacetilla impresa Robot Cómics.

Muestra Fotográfica