Baches, algo así como una balada parasitaria....

Hubo un tiempo en que el vértigo merecía mis velas. Años atrás, caminar lentamente para no perder la velocidad de los acontecimientos, de esa especie de ruleta rusa emotiva, me provocaban mucho placer. Pero, como dijeron muchos antes de mí, el tiempo es implacable. Ahora me aburre, y no porque los nuevos amantes del vértigo, o que fingen serlo, me hayan dejado en orsai, sino porque la inestabilidad, moneda de decenas de habitantes, me lacera la carne, mucho. Y estos no son tiempos ni tengo tiempo para seguir prendiendo velas ni abriendo venas de fantasmas.
Los que predicaron amor u servilismo, lo que carajearon oficiales, los que se visten de metodistas, los que reniegan de ser tunantes, los niños con aura de estrella, todos ellos, todas ellas, me han dejado vacío. De nuevo el implacable tiempo es el que hará un diagnóstico de esta farsa. Y nuevamente, en ciclo maya, erecto, seguiré.
Anoche, detenerme en el bullicio a escuchar a un perro pudo haberme sorprendido, pero no fue así. Tanta pena, propia y ajena, no me pareció algo irreal, me pareció patéticamente insulso, como esa mirada que esconde. Anoche, extrañar a uno de pasos cansinos que delatan pedantería, tampoco me sorprendió. Mascullé bronca por su estupidez. Otra estrella que brilla.
Anoche, olvidar al resto para ver lo inestable del asunto, me dolió. Pero, este hombre que se jacta de su inteligencia, terminó de comprender. Algunos beben de lo que tienen a mano, otros gimen pretendiendo algún elixir que sacie sus entrañas.
Y esto es una mierda. A tí, lejano e imprudente lector, no le queda claro que tengo para decir. Si dejo de pensar simplemente putearía, mucho. No me interesa un hombre que putea, tampoco uno que es puteado. Por eso no juzgo a quién degüella a su familia con tramontina, a quién incendia su casa bidón en mano, a quién apuñala por la espalda en alguna callejuela mal iluminada. No los juzgo, sus cejas enfermas tienen razón de ser. Sin embargo, tampoco me interesa el hombre que putea desde su carabina.
Durante años me vestí con ropas de feria, con ellas combatí el frío. Pero ahora, que me han quedado chicas, dudo en sacarmela. Este crudo invierno me desafía a hacerlo, pero mi pecho no tiene el suficiente vello para caminar hasta la próxima feria.
Y sigo sin explicarme. Y sigo fantaseando. Adiós.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Il semble que vous soyez un expert dans ce domaine, vos remarques sont tres interessantes, merci.

- Daniel