Exposiciones en Recoleta: para ver o para olvidar

Malvinas: imágenes públicas - objetos privados


Esta exposición, que se puede ver en el Centro Cultural Recoleta, tiene como eje 300 objetos cedidos en préstamo o donados por familiares de combatientes y veteranos de guerra. Y un centenar de cruces traídas de las islas: las que señalaban, en el cementerio de Darwin, las tumbas de los argentinos muertos allí.
Un elaborado ambiente de fuerte sesgo teatral recibe al visitante. Los objetos están a
llí: los borceguíes deformados, una media, las insólitas zapatillas Flecha, un casco de aviador, una campera. Pero lo que más impresiona (y todo aquí parece dispuesto con ese fin) son las cruces de madera colgando desde el techo, infernales, amenazantes con sus bases en punta, como estacas dispuestas a clavarse en aquel que se desplace por debajo, donde se encuentran las placas recordatorias que los familiares de los caídos habían dejado en las tumbas entremezcladas de los más de 600 argentinos muertos entre abril y mayo de 1982.
Uno podría pensar que el objeto concreto que acompañó la cotidianidad del soldado en las islas –la lata de comida, el cepillo de dientes, el rosario que la mamá le entregó antes de partir– nos podría ayudar a tender un puente de comprensión hacia el dolor del pibe de 18 años (¡18 años!) condenado a morir b
ajo la munición británica, o al menos a sufrir a sus otros enemigos: la oficialidad torturadora que establecía en Malvinas un continuum del genocidio continental.
No nos ayudan estos objetos a acercarnos a los combatientes, muertos o sobrevivientes, porque la disposición de las piezas las torna irreales, transformándolas en reliquias y eliminando su fuerza de realidad. La sens
ación es similar a la que siempre ha buscado la arquitectura y el arte religiosos: el respeto y la adoración, por medio del temor y la manipulación de los sentidos. Quizá lo más alejado de la búsqueda de comprensión, del entendimiento.
En síntesis, una muestra manipulada desde lo sensorial, y desde allí mismo despolitizada, a-crítica, absolutamente cómplice del ocultamiento estatal de lo que fue uno de los crímenes más aberrantes de la última dictadura militar.

El retrato: marco de identidad

Recomendamos, para zafar de la probable depresión, salir del Centro Cultural Recoleta (aunque no sin antes ver la muestra de nuestra amiga Juana Neumann, que por estos días está presentando su serie de pinturas “El mantel en la arena” en ese mismo lugar), bajar la barranca de Plaza Francia, cruzar Libertador e ingresar en el Museo Nacional de Bellas Artes, donde la muestra “El retrato: marco de identidad” ofrece una serie de pinturas, fotografías e incluso films que giran en torno de este hecho tan cotidiano en el la producción artística: plasmar la imagen de alguien en una obra.
En el área de la pintura, la muestra hace un recorrido del género del retrato comenzando con una pequeña imagen de Juan Manuel de Rosas pintada por Carlos Enrique Pellegrini hacia fines del 1800, cuando aún el daguerrotipo no había desplazado al pincel a la hora de representar visualmente a una persona –y permitir su paso a la posteridad, tal como era entendido, y aún hoy lo es, en cierta forma–. Concluye, muy felizmente, con tres obras de los `60 (de Macció, Testa y Noé) en las cuales el retrato “estalla”, se metamorfosea, forzando la expresión hasta el límite de lo figurativo y entrando incluso en el terreno de lo conceptual, como ocurre en la obra expuesta de Clorindo Testa, donde una cabeza apenas esbozada presenta en su rostro la frase: “Estoy muerto”.
Entre estos dos extremos, que nos permiten la comprensión de las diversas búsquedas que signaron a la creación artística en las distintas épocas, una serie interesante de obras (pocas, bastante bien elegidas), de pintores tanto argentinos como extranjeros, nos ofrece un acercamiento a la temática de la representación y auto-representación; un recorrido que tiene uno de sus puntos más altos en un autorretrato de Eduardo Sívori y, justo a su lado, el retrato que Quirós hizo de él, en un contrapunto que vale la pena disfrutar.
La exposición abarca, también, otra vertiente del retrato: el fotográfico. Aquí pueden observarse una serie de obras (todas pertenecientes a la colección del Museo, al igual que las pinturas) de artistas como Henri Cartier Bresson, Sebastião Salgado, Annemarie Heinrich y Marcos López, para nombrar algunos representativos de la diversidad de épocas, nacionalidades y estilos de los fotógrafos seleccionados.
La muestra se complementa con la proyección de una serie de películas en cuyo argumento el retrato, como objeto, tiene una importancia singular (ver programación).
Ernesto Gutiérrez Ezcurra

Retratos: programación de cine

  • Sábado 7 de abril
    LA CAIDA DE LA CASA USHER (83 min/ 1928)
    Dir. Jean Epstein con Margueritte Gance y Jean Debocourt

  • Sábado 14 de abril
    REBECCA (130 min/ 1940)
    Dir. Alfred Hitchcock con Lawrence Olivier y Joan Fontaine

  • Sábado 21 de abril
    EL RETRATO DE DORIAN GREY (110 min/ 1945)
    Dir. Albert Lewin con Dona Reed y George Sanders

  • Sábado 28 de abril
    LAS AMIGAS (104 min/ 1955)
    Dir. Michelangelo Antonioni con Eleonora Rossi Drago y Gabriele Ferzetti

  • Sábado 5 de mayo
    ROSAURA A LAS DIEZ (100 min/ 1958)
    Dir. Mario Soficci con Juan Verdaguer y Susana Campos

  • Sábado 12 de mayo
    VERTIGO (120 min/ 1958)
    Dir. Alfred Hitchcock con Kim Novak y James Stewart

  • Sábado 19 de mayo
    LA MUCHACHA DEL ARETE DE PERLA (100 min/ 2003)

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola queria saber donde queda bien la exposicion y cuanto cuesta?