El “Guernica”: 70 años de denuncia




Cuando el 27 de abril de 1937 los diarios informaron que la ciudad vasca de Guernica había sido arrasada por los bombarderos alemanes al servicio de la Falange fascista, y que sus habitantes habían sido perseguidos sin descanso por el fuego de la metralla de los cazas, madura en Picasso una obra que, por la fuerza de su estética y la contundencia de su temática, se convertiría, con el correr de las décadas, en el cuadro más representativo, conocido y valorado del arte contemporáneo.
Ubicado actualmente en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid, se calcula que suman 11 millones los que han podido ver personalmente esta pintura de dimensiones murales (casi 8 metros de largo por 3,5 de alto), que tiene la característica de haber recorrido cientos de museos en Europa, Estados Unidos y Sudamérica desde que fue expuesta por primera vez en el pabellón español de la Exposición Mundial de París, en junio de 1937, en plena Guerra Civil española.

La destrucción de Guernica

El “Guernica” de Picasso es, sin dudas, inseparable del hecho histórico que lo originó. Podemos decir, muy sintéticamente, que en febrero del año 1936, tras un gobierno dictatorial, triunfa en las urnas el Frente Popular, integrado, entre otras fuerzas, por el Partido Socialista y el Partido Comunista, en el marco de una escalada revolucionaria definidamente socialista. En julio de ese año se produce un intento de golpe de Estado por parte de la derecha (organizada particularmente en la Falange, rama española del fascismo internacional, ya instalado en Italia y Alemania), que al fracasar da comienzo a la guerra civil.
Es en este marco que, el 26 de abril de 1937, la implacable Legión Condor de la aviación alemana, al servicio del levantamiento fascista, arrasa, con decenas de aviones armados con bombas incendiarias de gran poder, la pequeña ciudad de Guernica, de casi nula importancia desde el punto de vista militar, aunque de gran simbología para la nación vasca. Su destrucción quedará en la historia como un acto límite del terrorismo fascista contra las poblaciones civiles (aunque luego tal límite quedará superado con la acción de Estados Unidos en Vietnam, con sus bombas de napalm lanzadas contra la población civil, y –de manera apoteósica– en Nagasaki e Hiroshima, ya en la culminación de la Segunda Guerra Mundial). Para muchos historiadores, Guernica sirvió de “laboratorio” para probar los métodos de destrucción masiva que se utilizarían pocos años después, en la Segunda Guerra.
Este es el hecho con el que se enfrenta Picasso, quien puede ver en esas fotos en blanco y negro que le acercan los diarios (tonalidades que luego trasladará a su obra), la desolación tras el asesinato de una ciudad. “Gritos de niños, gritos de mujeres, gritos de pájaros, gritos de flores”, escribirá luego junto a su gran cuadro.

La obra

Picasso había aceptado el encargo del gobierno republicano de crear una pintura de tamaño mural para colocar en el pabellón español de la Exposición Universal. Tras los hechos de Guernica, deja todos los planes previos a un lado y se dedica, de manera frenética, a concebir y realizar el cuadro que ilustre, que denuncie, que “grite” lo que había sucedido. Comienza a gestarse el “Guernica”, que será terminado en sólo un mes y medio, toda una hazaña para una obra de esas dimensiones (y ni hablar de la calidad, de la profundidad de su propuesta).
Hay quienes dicen que Picasso no podría haber realizado esta obra en tan poco tiempo, sino que la venía elaborando, y luego la dedicó a la tragedia de Guernica. En parte es falso, porque la primera versión de la obra (cuyo proceso de realización fue documentado por la mujer del artista, la fotógrafa Dora Maar) data del día 11 de mayo de ese año. Pero también tiene su cuota de verdad, por cuanto en esa obra Picasso hace una síntesis de toda su evolución artística, volcando allí una serie de formas de vanguardia y elementos simbólicos que ya había explorado, incluso hasta el punto de la obsesión.
Esta obra es, además, una conclusión, una denuncia referida a las angustiosas muertes masivas y destrucciones previas a los hechos de Guernica, particularmente durante la Primera Gran Guerra. Y constituirá también –podemos agregar– un anticipo de los inmensos desgarros que sufrirán los pueblos a partir de ese momento y hasta nuestros días, cuando ese cuadro llamado “Guernica” se podría retitular con los nombres de las tragedias de hoy: “Irak”, “Palestina”...
Se trata de una obra cuya denuncia se mantiene vigente, y se renueva con cada crimen contra una población civil. Expresa, por otro lado, la potencia de una conjunción clave en todo tipo de arte: la de la forma y el contenido.


Ernesto Gutiérrez Ezcurra

3 comentarios:

Anónimo dijo...

gran aporte....espero que se sigan viendo blogs con estos temas.

Anónimo dijo...

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Marian dijo...

Excelente este trabajo. Se los pasé a mis alumnos