Lágrimas de malta

Anoche también tuve un sueño, en él alguien me decía que el cerebro de las ovejas solo sirve para empujar sus patas hacia delante. Preferí seguir caminando entre ellas antes que juzgarlas.


Simplemente porque antes de cerrar mis ojos la ciudad asfixiaba, y un poco de olor a bosta era más que un fresco elíxir, era una máquina a vapor que me llevó al pasado.

La bosta mezclada con enormes nidos de hormigas ayudan a anestesiar los sentidos urbanos, esos que -regados de malta- rememoran tiempos pasados e impotentes. Miro al frente, mascullo bolsillos vacíos y no puedo dejar de sentirlos en cada rincón de mi celda; que, húmeda, solo un gato tordo habita y me hace companía.

Mi celda me place, el vapor húmedo se esparce por los recovecos. Sin embargo la máquina del tiempo no funciona, solo un tosco ruido alerta a mis vecinos. Temo que el poco de combustible no siga rodando por las hendijas de lo que debí corregir pero es tarde, es tarde si quiero seguir siendo yo.

0 comentarios: